"la vida no consiste en cuan fuerte puedes golpear,
sino en lo que puedes aguantar, porque nadie golpea más fuerte que la vida,
y hay que seguir avanzando mientras te golpea"
Rocky Balboa
Pues ya está se acabó, la vida ha podido conmigo futbolísticamente, y así empiezo este post, diciendo categóricamente que el fútbol se ha terminado para mí. No pienso ver un partido más de fútbol.
No puedo permitir, estar tan malo todo el día por culpa de algo tan trivial como es el fútbol. No puedo permitir que los nervios se me concentren en el estómago, estar tan malo, no disfrutar de algo que se supone que es para disfrutar, para al final terminar como sabía que terminaría desde que supe el rival del Atlético de Madrid en la final.
No puedo. Y aunque dicen que de la pasión no se puede escapar, yo ahora mismo se que no podré seguir con esto ni un segundo más de mi vida.
Porque estoy harto de perder, porque estoy harto de que sigan muriendo Stark, que los corruptos sigan ganando, que las chicas siempre se vayan con otros, de mi dolor, de las burlas y estoy harto de que el Atlético de Madrid siga perdiendo de esta manera. Me rindo, y me rindo porque de esto es lo más sencillo que encuentro. No quiero seguir perdiendo, y dejando de ver fútbol y de seguir al Atlético de Madrid, ya no volveré a perder, es la manera más fácil de dejar de luchar.
Lo de hoy ya ha sido de traca, el gol de ellos en fuera de juego, penalty fallado, luego en la tanda otro, ellos con 7 jugadores rotos. Porque siento en ir a contracorriente, pero hoy ha perdido el partido Simeone y el Atlético de Madrid.
Decía Bielsa, que hay dos clases de jugadores, unos que en cuanto huelen sangre, se asuntan y reculan, y otros que en cuanto la huelen, se tiran a la yugular del contrario. Y eso es lo que ha pasado que el miedo nos ha podido. Ellos con calambres y sin cambios, y permites que en el descanso de la prórroga, se tiren más de 10 minutos descansando y arengándose, cuando no está permitido ni un minuto, y encima tenías dos cambios, por si se te lesionaba alguno. Y encima haces cambios amarrateguis en vez de sacar un delantero e ir a comértelos. Pues eso que al final pierdes como siempre.
Así que dicho todo esto, adiós fútbol, no ha sido bonito mientras ha durado.