El Barcelona no es perfecto

Y me alegro, porque la autoridad con la que había ganado ultimamente y sobre todo lo bien que había jugado contra el Sevilla y el Bayern, había hecho que odiara al Barcelona, porque yo odio la perfección, porque mejor no se puede jugar, y eso para alguien como yo que llevo viendo ¿jugar? al Atlético de Madrid durante tantos años, es una burla.

La perfección y la belleza, había creado en mí un efecto contrario, me aburría ver las segundas partes de sus partidos. Miraba a Iniesta coger el balón, tratarlo con mimo, regatear sin alardes, y pasar el balón como quién reparte publicidad por las calles, y no podía dejar de pensar que jugar así tenía que estar penalizado, con una especie de Handicap como en el Golf.

Y en esto que los dos últimos partidos, aún jugando bien, no ha podido ganar ninguno de los dos. Ha tenido que pelear y siempre ha jugado igual, y ahí es donde el Barcelona demuestra tener errores, siempre quiere jugar igual, quiere jugar bien, y a veces los campeones tiene que variar su estilo un poco, para adaptarse a las circustancias, tener un poco de cintura. Qué paradójico que su mayor virtud, sea también su propia debilidad.

También me alegro que no sea perfecto, porque había empezado a hacerme un poco del Real Madrid. Un equipo que lucha los partidos que gana a trompicones, que no cede nunca, que va salvando obstáculos y que hace de cada partido una gesta heroica. Se me representaba un poco a John McClane, el héroe que va pasando pruebas, cada vez sangrando un poco más y al final casi exhausto consigue su objetivo. Me gustan los héroes así, pero el Barcelona ha empatado dos partidos y ya empiezo a creer que puede ganar todos los títulos.